Y las fichas caen, con el tiempo

Mi abuelo es de esos que ya no se hacen más.
Fue un hombre que sin importar las circunstancias siempre disfrutó de la vida en todo momento posible.
Sin haber pasado el segundo grado, logró muchísimo más que muchos de estos intelectualoides que andan dando vueltas por ahí, con títulos y cositas.
Llenó el espacio vacío que dejó mi viejo. Fué mi papá y mi amigo cuando más lo necesité.
Fuí la primera nieta que tuvo y él,  mi primer y único abuelo. No sé mucho de mis abuelos paternos y jamás tuve la oportunidad de charlar con ellos. Pero él siempre se encargó de que nunca se sienta la ausencia.
Cuando no dejaba a nadie saltar sobre la cama, jugaba a la lucha libre conmigo.


Lo extraño más de lo que mi alma puede asimilar. Y aún así, que haya desencarnado hace 11 años, fué una de las mejores cosas que me pasó en la vida.

Él generó en mi ese cambio, esa ficha cayendo que hace que hoy me quiera comer al mundo.
Y un día como hoy, agradezco que eso haya pasado.

Un tano increíble y laburante. El hombre más extraordinario de mi vida.
Mi papá.
Mi aliado.
Mi nono Alberto.

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